El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

Julio 20, 2010
Junio 2010, No. 255

A ganar compitiendo

Salvador Hernández Vélez.
Hace días, cinco dirigentes de partidos políticos, se pronunciaron en contra de la propuesta de reforma a la Constitución en materia electoral que presentó la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso Local. El desplegado público lo firma el PAN, UDC, PRD, PT y Convergencia. En su pronunciamiento no exponen su desacuerdo puntual, sólo se declaran en contra, ya que no presentan un mínimo análisis del proceso de mejoramiento del marco electoral que nos rige en el estado.

De entrada se desprende que están en contra de todo y a la vez de nada. De su actitud se percibe que con las reformas electorales que se han llevado a cabo en Coahuila no se ha hecho nada. Sin embargo esto es muy difícil sostenerlo, las reformas electorales han sido de diferente tipo y han marcado pauta para el país. En nuestro estado somos pioneros en la regulación de las precampañas electorales, en la reducción de los integrantes del Congreso Local (de 35 en la LVII Legislatura pasarán a ser 25 en la LIX), en la equidad de género en la integración de los Ayuntamientos, en la reducción de los tiempos de campaña en el estado, entre otros.

Las reformas en el país y en el estado en particular han permitido que todas las fuerzas políticas estén en el mundo institucional. En Coahuila diferentes partidos producto del avance democrático y en consecuencia de las reformas electorales han ganado posiciones de gobierno a nivel municipal. El PAN en 1996 ganó en los principales municipios del estado, llegando a gobernar a las dos terceras partes de la población coahuilense. El PRD también ha ganado presidencias municipales, así como la UDC.

En el Congreso Local la pluralidad ha sido la constante desde que pasamos de un sistema de partido hegemónico a uno plural. Es innegable que pasamos de elecciones sin competencia a elecciones competidas. Sin embargo parece que los partidos firmantes del desplegado quieren asegurar sus posiciones disminuyendo la calidad de la competencia. Una ley electoral debe asegurar las condiciones de la competencia y el partido que gane que gobierne y si no lo hace bien los electores se lo cobrarán.

Cuando el PAN ganó en 1996 fue más producto de los errores del tricolor y del aumento al IVA en 1995 por la crisis económica de diciembre de 1994. En Torreón, por ejemplo, por errores en la elección de su candidato en 1999 el albiazul perdió la Presidencia Municipal y no porque les faltara más tiempo para la campaña o más recursos o más exposición de sus candidatos en los medios. Ellos tenían la presidencia municipal. Al igual, el PRI en el 2002 en la Perla de la Laguna perdió la presidencia municipal por situaciones más propias de la forma como se eligió a la candidata y de una estrategia que no sumó a todas las expresiones priístas. Esto no tiene que ver con el marco electoral.

En el 2006 el PRI en Coahuila pasó a ser tercera fuerza y en consecuencia el número de spots a los que tuvo derecho, en 2009, estuvo muy por abajo del tiempo del que disfrutaron los candidatos del PAN y del PRD, y a pesar de ello el tricolor arrasó en la campaña federal intermedia. El PRI ganó en el país y en el estado en particular, en buena medida, también por la incapacidad de gobernar del PAN y por los pleitos internos del PRD, no por una ley electoral a modo.

El sistema de partidos que ahora tenemos es mucho mejor que el de los tiempos de partido único, sin duda, pero hay que recordar que en el sistema electoral que nos hemos dado, la competencia es la base de la democracia. Pero la capacidad de competencia de un partido no puede ser dada por una ley electoral. Ésta más bien es producto del nivel de organización de cada instituto político, de la capacidad para encabezar las propuestas que demandan los electores, del cumplimiento de lo prometido desde las posiciones de gobierno y de que el partido en cuestión sepa interpretar los deseos de los electores. Como bien lo plantea Ikram Antaki: “Cuando un hombre o un grupo crean una dinámica, pueden ser sostenidos, apoyados por gente que ayer estaba muy lejos de ellos; mañana pueden votar por ellos los que votaban por la izquierda o por la derecha, o los que se abstenían; todo depende de una cuestión: ¿les están dando esperanza?”. La gente para votar por un partido, para apoyarlo debe entender que la sociedad ahora se mueve desde abajo, que cada quién quiere tener su parte de responsabilidad en la comunidad, por ello para ganarse el voto sólo hay un camino: que el partido sea capaz de darles esperanzas y razones a los electores.

Una reforma electoral debe enfocarse a fortalecer el sistema de partidos, y el sistema electoral no debe hacerse a la medida de un determinado partido o hacía un conjunto de partidos aliados. La propuesta del PRI en esta reforma electoral debe por tanto analizarse en este sentido. Para ello habrá que contestarnos las siguientes preguntas: ¿Cómo afecta a la competencia electoral y al sistema de partidos las candidaturas independientes? ¿Cómo beneficia a un determinado partido las candidaturas independientes? ¿Hasta dónde ayuda a un partido el voto de los coahuilenses que están fuera del estado? ¿En que afectan las coaliciones a los partidos que batallan para sobrepasar el porcentaje mínimo para obtener posiciones en el Congreso o para asegurar el registro partidario? ¿En qué daña a la competencia electoral o cómo beneficia la hegemonía de un partido al elegir al sindico en una elección directa? ¿Cuál es la posición de los partidos minoritarios en relación a disminuir el porcentaje al 2% de la votación estatal emitida para la elección de diputados locales para tener derecho a participar en la asignación de diputados por el principio de representación proporcional?

La reducción del porcentaje al 2% permitirá que la traducción de votos en escaños frente a la reducción de integrantes del Congreso posibilite de la mejor manera la representación de los partidos minoritarios. Esto también fortalece al sistema de partidos, no exclusivamente al PRI.

Una reforma electoral debe garantizar que la mayoría hecha gobierno no obstruya la competencia entre los partidos, y la propuesta de reforma del PRI coahuilense promueve esa competencia en la medida que se pronuncia por la participación de la ciudadanía al proponer candidaturas independien- tes.

Una reforma debe ser equitativa y dar garantías de imparcialidad y esto también lo asegura la propuesta de reforma que está a debate en el Congreso. Que contradictorio. El PAN añora una mayoría que acompañe la gestión presidencial, pero paradójicamente no está de acuerdo con que la mayoría priista haga lo propio con el gobierno estatal.

Hay que decir con claridad qué problema del sistema electoral se quiere resolver. Los partidos que se oponen no anuncian qué quieren resolver. La posición de los partidos tiene una cierta nostalgia por el esquema de las concertacesiones. No dicen qué sistema de partidos quieren o qué sistema electoral proponen. ¿Qué lógica se puede discernir de lo que plantean en el desplegado? Tal vez el PAN se pronuncia por un sistema bipartidario. O bien quieren un poder ejecutivo estatal más débil. O tal vez apuestan a tener un sistema de partidos en el estado que impida que una sola fuerza política tenga mayoría en el Congreso. Es claro que el sistema de partidos cambió, pero la gran pregunta es; ¿los partidos cambiaron para ganar en la competencia?


jshvelez@hotmail.com